En la víspera, ponemos los garbanzos en remojo. Al día siguiente, los cocemos partiendo de agua caliente a fuego suave hasta que estén tiernos. Escurrimos bien.
Ponemos todos los ingredientes en una batidora y trituramos al gusto dependiendo de la textura que nos guste.
A partir de ahí se puede rectificar al gusto. Si os gusta más suave, trituramos más y ponemos más agua. Lo vamos probando y añadimos las especias según nuestro gusto. Al final salpimentamos al gusto y si queremos añadimos unas pipas de girasol o calabaza para decorar y ¡a servir!